
Un poema de Odeth Osorio
[Aquí]
Hay un canto que se le parece al mar,
suena igual que la noche
con un vasto infinito silencio,
con una honda voz
que atraviesa la piedra.
[Aquí]
Se extiende su sonido oscuro
que penetra todas las grietas de las grafías cansadas,
y de las pezuñas heridas. Es un sonido de agua espesa
que quiere levantarse
cual animal herido
[Aquí]
El sol, la luna y la tierra están a la misma profundidad que las estrellas.
Son un mar, otro tipo de mar;
uno que también tiene montañas y llanuras,
minerales, cuerpos, moradores.
[Aquí]
Un viento frío bajo la piel anda a prisa,
magulla la quijada con golpes menudos
con golpes incesantes.
Desde aquí se ven caer trozos del universo,
se desprenden del cielo como corteza de árboles viejos,
y son veloces. Durán más en los ojos que en el aire.
–Me gusta verlos –
[Allá]
Ha de haber un lugar,
han de estar cayendo siempre.
[Allá]
Algo ha de moverse,
un nombre, una memoria, un animal.
–Esta llegó aquí–
Una piedra o una estrella o un canto.
–Quiero abrirla, que salga una bandada de destellos
y se me escapen entre las manos–
[Han de salir con ruido]
–Quedaré quieta,
me voy a quedar mirando.
a RK

Odeth Osorio (Puebla, 1988). Estudió literatura en la ciudad donde nació. Continuó estudiando literatura en la Ciudad de México. Su forma de leer se ha ido transformando conforme la poesía fue irrumpiendo en su vida. Decidió fundar una editorial, Paserios Ediciones, junto a varios amigos y colegas. El oficio de la edición cambió, de nueva cuenta su forma de leer literatura, así como las formas de preguntarse por dichos oficios.

