
TRES POEMAS POSTERIORES
“El homo sacer posee, pues, al mismo tiempo,
dos rasgos inseparables: se le puede dar muerte
porque su vida no posee valor alguno pero,
al mismo tiempo, su sacrificio está prohibido.”
Giorgio Agamben, Homo sacer.
El poder soberano y la nuda vida.
1
Aventar estas palabras
como rocas,
construir con ellas un túmulo
que alcance para todos,
preguntar por la nota roja,
hacer un epigrama con la ficha de búsqueda.
¿Y qué diré si me interrogan?
Entonces, ¿a dónde ir?
Los problemas de la calle
me restan importancia.
Voy de acá para allá
con mi estómago vacío.
Hoy no tengo ganas de aclarar mi situación
en alguna rueda de prensa.
Hoy no quiero, me digo.
Cruzo la acera entre plegarias de motores,
alguien me coloca una sábana encima
y me detengo en el cruce peatonal.
2
Establezco esta conversación
con mi reflejo en el cristal
del microbús.
Propongo definir la carretera,
hablar en favor
de la línea amarilla divisoria
o de los fantasmas fosforescentes de la orilla.
Nadie conoce mi nombre
arrumbado en esta esquina.
Nombro “punto de congelamiento”
a cualquier fotografía
que no censure mi rostro.
Y luego,
como un exprimidor de limones,
preciso contarle esto
a otra persona.
En este momento, puedo iniciar un poema volátil
que trate sobre un atropellado,
moviendo dos dedos
y sujetando el parabrisas del microbús
con ambas manos.
Una contradicción
apedrea mi cabeza
y el automóvil
comienza a perder velocidad.
3
Ofrezco este sahumerio
al último convoy que va pasando.
Un sonido de frenos
anida lentamente entre mis tímpanos
como una premonición
o el recuerdo difuso
de algún equipaje perdido en el andén.
Las horas
van
deshaciéndose
herméticamente sostenidas
por el reloj en mi muñeca.
Pregunto cuanto falta
para descender de este
enfrascamiento
que yo llamo purgatorio.
Falta alguien, menciona el oficial,
ya vendrán, me dice.
Acudo a la visión
de la última comida. Un hombre
intenta detenerme.
Se duerme.
Se expande.
Recibo su sueño paquidérmico
como una ofrenda,
le retribuyo con viandas de cempasúchil
y pongo granos de copal
en su zapato.
Pesa su presencia.
Una jornada laboral completa
le obliga a inclinar la cabeza
y se despide de mí
con un gesto perentorio.
Realiza el descenso hacia el camino.
Sus pasos huelen.
Sus pasos podrían ser
los de mi padre.
El gran gusano de metal
lo arrebata místicamente.
No me queda nada,
disculpe usted las molestias,
pero regresaré
a este punto de la estación
para ofrendarle una veladora.

José Santiago Macías Cabrera (Puebla, 2006). Estudiante de Ciencia Política en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Fue ganador del Concurso Cultural de
Declamación, organizado por la Secretaría de Educación Pública para el Estado de Puebla
durante dos años consecutivos (2022, 2023) y galardonado con el XIII Premio Nacional de
Cuento de la Universidad Iberoamericana de Puebla (2024). Ha publicado poesía, cuento,
ensayo y traducción en revistas literarias nacionales e internacionales como Enpoli, Hipérbole
Frontera, Periódico Poético, Mimeógrafo, Pirocromo, Literatura 451, Awita de Chale,
Irradiación, Alcantarilla, Trinando, Cósmica Fanzine y Librópolis (UNAM). Actualmente es
becario del PECDA Puebla (FONCA) en la categoría “Adolescentes creadores”, para el área
de Poesía.
Fotografía de portada: “Hombre citadino” de Aura Boreal (@auraaboreal – IG)
Octubre de 2024.

