Featured,  Reflexión

MANO ARTISTA Y MANO MUTILADA, UNA EN EUROPA Y OTRA EN ÁFRICA

PICASSO visitó el Museo del Trocadéro en París, un museo de etnografía que, en realidad, mostraba el saqueo colonial perpetrado por distintos imperios europeos. Allí vio arte tribal africano que lo impactó por su “fuerza expresiva y su abstracción”. Esto marcó, en gran medida, el inicio del cubismo. Del arte africano, Picasso retomó elementos como la simplificación geométrica de las formas e imitó especialmente los colores y estructuras de los cuerpos.

En ese mismo periodo, en África ocurría un brutal periodo colonial. Por ejemplo en el Congo, ocurría el dominio de Leopoldo II de Bélgica (por cierto, hermano de la emperatriz Carlota de México). Esta invasión colonial se tradujó en manos congoleñas colgadas de los cuellos de los colonizadores. Habrán visto fotos de esa atrocidad. Las manos se cortaban como castigo o como método de terror. Los soldados coloniales no desperdiciaban balas: tenían que entregar una mano congoleña por cada bala disparada.

Mientras a los y las congoleñas se les cortaban sus manos como castigo si no se cumplían las cuotas de recolección de caucho que enriquecían al imperio, Picasso iniciaba uno de los movimientos más vanguardistas según la historia occiedental del arte. Picasso se “inspiraba” de los colores y las formas de artistas, cuyos cuerpos, seguramente yacían sin vida. Él pintó y pintó sin decir palabra alguna sobre las atrocidades coloniales. No usó su arte para denunciar las muertes en África. Sí denunció la violencia y el autoritarismo en contextos europeos, pero nunca, al menos con la fuerza que sí ocupó para llorar por las muertes en Europa, dijo cómo el colonialismo hacía sangrar los cuerpos y los territorios que él tanto admiró (e incluso hay que decir que esa admiración la vivió en una especie de silencio pues no admitió tanto en voz alta su inspiración africana).

Sin duda, su interés en el arte africano fue más estético que político, sin una crítica abierta al colonialismo que lo rodeaba ¿Supo Picasso alguna vez que las piezas que lo inspiraron llegaron a Europa debido a dolorosos procesos coloniales? ¿Supo que esos colores que tanto le rompieron la mente, existían en contextos de opresión? ¿Alguna vez se tomó el tiempo para pensar en las manos artistas y las manos sangrantes colgadas de los cuellos blancos?

Ahora bien ¿Esto puede llamarse apropiación cultural y artística, deliberadamente robo o parte mismo del colonialismo que Europa niega tanto actualmente? Para mí sí es una descarada apropiación, digna de una persona sin conciencia colonial. Mientras la historia coloca a Picasso como un revolucionario que buscaba romper con la hegemonía europea, quizá no es más que otro hombre europeo que sólo dialoga con su propia historia europea, sin reconocer a ese otro y otra a quién roba su arte, que también tiene cuerpo y que respira igual que él. Picasso pareció demostrar que no importa que otras manos sangren, mientras no sean las blancas y mientras sus manos puedan seguir pintando obras sólo porque sí. El arte por el arte y la sangre oscura que jamás podrá ser igual que la blanca. Aquí el arte no es nada liberador. Habrá quién me diga que es importante entenderlo en su contexto histórico, pero ¿Hasta cuándo podremos por fin abiertamente señalar la falta de ética, la insensibilidad y el racismo de los grandes artistas sólo porque su contexto sí les permitió tales atrocidades? ¿Qué hubiera pasado si un artista se hubiese “inspirado” en arte creado en campos de concentración y hubiera negado las muertes judías para sólo retomar la creación artística? ¿Queda claro cuando las víctimas sangran en europa, pero no cuando lo hacen en África? Entonces ¿Debemos no decir, no visibilizar o comenzar a señalar en su justa dimensión que el arte europeo proviene en muchas formas, de una apropiación cultural que la colonización permitió y premio? Yo creo que es necesario contar todas esas otras historias e interpretaciones de la historia que no provienen de las voces, que aún en su intento por escapar de la hegemonía, la reproducen genuinamente, tal como Picasso.


Itzel Cabrera

Leave a Reply