
LO QUE APRENDIMOS DE AYOTZINAPA
POESÍA Y JUVENTUD REVOLUCIONARIA.
EN LA ASAMBLEA de los fantasmas (2023) Aníbal Malaparte escribió estos versos:
Hay sueños
por los cuales
no da lástima el quemarte y morir lejos,
hay sueños
por los cuales
pagas el precio de sacrificar tu futuro,
hay sueños
por los cuales
no importa la soledad en tu momento final,
Esta declaración donde el nihilismo se tiñe de marxismo (o más precisamente, el marxismo de Malaparte toma una actitud nihilista) es una espléndida declaración de la ideología del poeta: alguien dispuesto a pagar el precio de vivir acorde a sus convicciones, la brutalidad de su poesía no es sino reflejo de una vida dedicada a la militancia, cualquier otra existencia le serie algo ajeno.
La poesía de Aníbal es actividad filosófica e histórica, un manifiesto en verso escrito con la claridad ideológica de quien a aceptado su papel en la lucha de clases: un proletario explotado y desarraigado cuya militancia comunista ha negado cualquier ascenso social en el capitalismo y ya solo le queda una opción para negarse a si mismo como la parte sin parte: la revolución.
Pese al fanatismo de su poesía (que incomoda a tantas consciencias liberales) es patente el genuino talento de un autor capaz de explorar diversos estilos e incorporarlos a su propio trabajo: la influencia de los beats es tan palpable como la del futurismo soviético, el surrealismo se estrella con el realismo sucio y el poema épico se vuelve posmoderno en el encuentro de los cocteles molotov y gases lacrimógenos con la más dadaísta de las actitudes. Su poesía transmite lo mismo, rabia como sufrimiento, la sombría determinación de quien carece de esperanza, pero aun así lucha para impugnar la realidad de esta grotesca distopía que avanza nuevamente al fascismo.
Lector inalcanzable, Aníbal Malaparte ha encontrado la forma de escribir donde lo mismo hace referencias a mangas clásicos como o experimentales bandas de post-punk como también a clásicos del marxismo o provocadores contemporáneos, su amplia formación ideológica y filosófica da enorme valor a su obra. Entre sus lecturas podemos encontrar desde bolcheviques como Bertolt Brecht y Vladimir Maiakovski como clásicos como Píndaro o Eurípides, desde los simbolistas franceses pasando por la violencia contemplante del zen. Sus poemas exploran la deshumanización de la vida proletaria en las megaciudades, la terquedad de la memoria, el trauma de las historias inconclusas y la alienación de la sociedad, de sí mismo y de los demás conforme pasa el tiempo y se queman los puentes.
Malaparte es también uno de los poetas que ha sabido rebelarse sin terminar como un conservador cualquiera una vez cumplidos los 30 años. Su recelo de las tradiciones va de la mano con su desprecio por las más infantiles.
Su paradigma estético es amoral, para él, conceptos como amor, violencia o lucha de clases no requieren justificaciones externas ni trascendentales: se justifican a sí mismos sin la necesidad retribución de algún tipo. Esta amoralidad niega cualquier fetichismo de pureza que existe en la actual poesía burguesa, al contrario, el poeta abraza con fuerza la vieja tesis marxista que se regocija en la profanación de todo lo sagrado, en este caso: en la cursi poesía burguesa cuya “pureza” radica en su total alejamiento de cualquier realidad concreta para escribir sobre algún abstracto mundo de sentimientos e imágenes cuya belleza radica en su inexistencia.
A diferencia de muchos otros poetas contemporáneos, Malaparte no puede alejarse desapasionadamente de la realidad ni de sus mecanismos de desigualdad: su reivindicación aparece desde la posición de los explotados de la misma forma que su ideología no puede ser sino marxista.
De ahí, no sorprende que aparezca su más reciente obra: Lo que aprendimos de Ayotzinapa (un poemario-collage) donde no solo escribe para reconstruir los meses de lucha álgida y las movilizaciones de masas que exigían verdad y justicia para el caso de los normalistas desaparecidos, también el propio libro es un instrumento de lucha ya que dedica sus regalías a la Asamblea Nacional Popular: el organismo de lucha donde los padres de los 43 convocan a individuos y organizaciones solidarias para planificar las Acciones Globales por Ayotzinapa.
En este libro el lenguaje no puede sino ser contundente, una rearticulación del legado de las vanguardias literarias del siglo pasado que recupera un verso hiriente y melódico donde la construcción de las imágenes va de la mano la complejidad del sistema al cual se enfrenta:
¿Qué es la policía sino los desclasados dependientes de la burguesía?
moldeados al servicio del capitalismo, carentes de conciencia,
inútiles para cualquier trabajo físico o intelectual,
improductivos y regresivos parásitos
incapaces de pensar y cuestionar
la sociedad de explotación
que los engendró.
Versos donde la reflexión se unen con un odio tan ardiente que congela, este es el estilo de este poemario-collage donde el enemigo en la lucha de clases se muestra en toda su mediocridad desnuda.
Alza tus amorales ojos, sin más ética
que la lucha de clases, bebe sangre, respira veneno,
no te avergüences de tus pecados, son tus virtudes
La violencia de quienes nos arrojan al mundo para convertirnos en meros autómatas cuyo objetivo único es enriquecerlos es devuelta cuando la vieja moralidad basada en metafísica y categorías trascendentales del dúo Descartes-Kant es tirada a la basura y la pura rabia se vuelve en su contra: es decir, toda la poesía es un llamado a combatir el terror burgués con terror proletario.
Es un libro escrito más allá del ejercicio estético, donde los poemas son búsqueda del sujeto de la Historia (ajeno a la luminosidad artificial o al cliché reinventado) sino que busca por encima de toda la liberación mediante la violencia y que medra en los diversos matices de las vanguardias estéticas y proletarias-revolucionarias.
Es una narrativa que zigzaguea entre la conversación y la más incendiaria de las agitaciones, sus giros idiomáticos los encontramos tanto en la academia y como en la clandestinidad. Este collage de fragmentos de pasados revolucionarios y presentes de lucha y derrota son una innovación interesante y necesaria ante esta nuestra necesidad de reconocernos los unos a los otros entre gritos de confusión y dolor ante los monumentos que nos obligan a construir nuestros explotadores.
Esta visión del mundo es resultado de una serie de experiencias vida basadas en la lucha constante, en la incapacidad de quedarse de brazos cruzados ante la desaparición de los 43 normalistas, en el desafío al Estado y sus aparatos represivos e ideológicos que a toda costa pretenden mantener esta sociedad de desigualdad, en la promesa de que es posible cambiar el futuro y redimir el pasado.
suya es la neurosis de la paz a toda costa,
cobardía y compromiso sin prebendas,
honrada y aceptable resignación ludópata,
tolerancia que perdona el odio
pero no quien lo combate.
¿es mucho pedir entonces comprendan
por qué los despreciamos tanto?
Los más profundos desprecios que Malaparte escribe en este libro no son para la burguesía sino para los proletarios acólitos de las diversas ideas de a burguesía, de los diversos anticomunistas que se ríen de la lucha y sacrificio de quienes tienen la valentía de enfrentarse a las jerarquías capitalistas, patriarcales y coloniales.
Leer este libro es reconocer en sus líneas los antecedentes de la poesía revolucionaria mexicana: es eco de José Revueltas y Efraín Huerta. En su escritura encontramos perturbaciones y claridades de versos asimétricos y crudas imágenes a caballo entre el simbolismo francés y la vanguardia soviética, sus ornamentos son brutales, de quien se sabe parte de un momento histórico y paga el precio.
El libro encarna el dilema que tantos jóvenes universitarios tienen: hedonismo o compromiso revolucionario, el romanticismo en el libro se encuentra atento a no ahogarse en su propia importancia, en la consolidación de la juventud como grupo social que asume su deber en el enfrentamiento a las estructuras neoliberales y nacionalistas con las cuales el capitalismo mexicano se preserva. Este enfrentamiento (no podía ser de otra forma) desemboca en la lucha contra el monopolio político que impide el desarrollo democrático de cualquier sociedad sana: este monopolio (que existe pese a la variedad de partidos burgueses) es la fuerza que ha sabido cooptar y corromper tantas consciencias que ayer en su supuesto radicalismo hicieron la vida imposible a los revolucionarios y ahora los encontramos militando en estos mismos partidos burgueses.
Malaparte a diferencia de muchos de estos infantiles radicales no fue seducido por las miserias que ofrece el Estado, su obra misma es reconocimiento de la participación de una juventud que ve en su derrota en 2014 como un revés temporal, no como un destino ineludible: todo el poemario es un llamado a los nuevos jóvenes y los viejos jóvenes del ayer en asimilar la derrota y construir la vanguardia revolucionaria que ha de redimir el pasado al repetirlo y ganar.
el proletariado
convierte sus suturas en medallas
al enterrar los espectros del pasado
En este libro encontramos una poesía como la sustancia donde nos reconocemos en nuestros semejantes, donde aceptamos una realidad y doctrina (la lucha de clases) y una invitación a no olvidar nuestro tiempo, nuestros pasados de clandestinidad, guerrilla, vuelos de la muerte y cámaras de tortura, pero también trae nos recuerda la promesa de la victoria futura que aún no viene, pero la haremos venir.

Martha Ramírez Landa, historiadora feminista y maestra en ciencias sociales por la Universidad Veracruzana, fotógrafa independiente. Integrante de la proyecta colaborativa Xalapeñas Ilustres.
Instagram: Martha Ramirez Landa
* Hemos publicado la versión original del texto.

