Ensayo

LA POESÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS. LITERATURA DE GÉNERO Y MISTICISMO 

LA POESÍA RENACENTISTA puede dar cuenta de un hondo sentido religioso y moral, especialmente a través de la lírica. Por lo mismo, es que, durante el Renacimiento, la literatura espiritual cristiana avanzó hacia el ascetismo (es decir, la perfección del hombre) y el misticismo (o sea, cuando el alma privilegiada tiene comunicación). Es a través del misticismo en el que, Santa Teresa tiene un desarrollo como poeta en prosa. Abandona el habitual modelo literario, para buscar una escritura basada en la sencillez y naturalidad, propia de su escritura. De hecho, su propia figura es signo de arte, por ejemplo, en la portada del libro El Erotismo de George Bataille o en su preparación, donde se superpone el Barroco con la escultura de Bernini (ella estaría preparada por él).

            Santa Teresa de Jesús usa un verso corto y elementos de la tradición popular, a saber, los cancioneros, los cuales tienen directa relación con el enamoramiento. Así, la tradición popular anuda su potencia en la versificación ligada en el amor, las cantigas y las canciones. De hecho, podríamos unir a Santa Teresa a la línea de lo popular, porque existe una idealización,  amor y dolor producto del amor. El dolor de amor irá más allá de la concepción divina, donde el alma (esencia) se encuentra prisionera –casi a la manera platónica- en un cuerpo que busca al amado distante (Dios), porque no se encuentra en el mundo terrenal. En concreto, la búsqueda del ser inalcanzable es Dios: se plantea la zona de tensión del amor, en un sentido platónico. Para Garcilaso el vivir tenía un sentido de existencia y amor, para Fray Luis de León también tenía un sentido de existencia estrechamente ligado a lo intelectual y Santa Teresa la vida terrenal sería la muerte de aquello que se espera.  A su modo de ver, el amor a Dios es totalmente profundo, una pasión en donde se sustituye el amor terrenal por el amor a Dios. De aquí sobresale el sentido del erotismo.  Ella al descubrir a Dios, descubre el amor. Se experimenta, así, un cambio del sujeto deseado desde el amor cortés: ahora el objeto deseado es lo que le pasa a Santa Teresa con Dios. Pero, Dios la tiene desterrada, él es el que le impide unirse. Analicemos un poco esto.

            Según San Juan de la Cruz, la poesía mística se encuentra compuesta por tres etapas: a) la purgativa, que consiste en que el alma se encuentra aferrada al cuerpo (debe purificarse), b) la iluminativa, donde se va al encuentro con Dios y c) la unitiva, donde el lenguaje tiene un sentido de trascendencia encaminado a Dios (el alma está purificada). Santa Teresa de Jesús solo alcanza las primeras dos vías. En ella se aprecia la lucha del alma por alcanzar a Dios. Constantemente, se plantea el deseo del erotismo y la mística.

Vamos al poema “Vivo sin vivir en mí”.

            La primera estrofa señala: “Vivo sin vivir en mí, / y en tan alta vida espero,/ que muero porque no muero”.  De entrada, podemos interpretar que la vida no ancla su eje de vivir, más bien, produce una contradicción entre el querer vivir sin vivir. Así, se da cuenta de su inquietud espiritual, la inmortalidad y eternidad. La muerte, sí, es la liberación. Solo muriendo se alcanza la vida eterna. Ahora bien, podemos graficar la etapa iluminativa en la siguiente frase “Vivo ya fuera de mí,/después muero de amor;/ porque vivo en el Señor,/ que me quiso para sí:/ cuando el corazón le di/ puso en él este letrero,/ que muero porque no muero”. En esta estrofa, podemos ver la etapa iluminativa. Se produce la sensación de estar con Dios y, el dolor profundo de no morirse para unirse con Dios. Es decir, es el sentido trascendente de la pasión profunda que no llega a Dios. Además, se produce una sensación de estar con Dios y el dolor de no-morir para unirse a él, o sea, un sentido de trascendencia respecto a la pasión profunda que no logra alcanzarlo. Cito: “Esta divina prisión/ del amor que yo vivo,/ ha hecho a Dios mi cautivo,/y libre mi corazón;/ y causa en mí tal pasión/ver a Dios mi prisionero,/ que muero porque no muero”.  En esta estrofa, se experimenta la experiencia de sentir a Dios, pero no de alcanzarlo por completo, a través de la trascendencia purativa.  Teniendo en cuenta esto, el “Eros” dibujará una genuina idealización del amor.

Por lo mismo, se trata de una poesía existencial, donde el hombre agoniza, espera a la muerte como placebo que “calme” el dolor del vivir. Lo inefable ligado a la espiritualidad que finaliza en una unión mística con Dios para liberar el alma: he ahí la importancia del género y la mística. A fin de cuentas, Santa Teresa no fue una santa de devoción contemplativa, sino, más bien, una santa de acciones que encontró una oposición ideológica importante.  Y, parece que aún la voz de Santa Teresa de Jesús no se apaga, , porta un mensaje valiéndose de la lengua y maximizando sus posibilidades expresivas y comunicativas en la soledad con Dios.



Alfredo Fredericksen Neira: Investigador Independiente. Diplomado en Teoría de las Artes Visuales (Pontificia Universidad Católica-2021), Diplomado en Cultura y Civilización Medieval (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2020), Diplomado en Literatura en Lengua Inglesa (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2019), Diplomado en Poesía Universal (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2018), Diplomado en Historia del Arte (Centro de Estudios Avanzados PUCV-2017), Diplomado en Estudios de la Religión (PUC-2016), Diplomado en Arte y Estética Árabe-Islámica: clásica y contemporánea por la Universidad de Chile (CEA-2015), Diplomado en Teologías Políticas y Sociedad por la Universidad de Chile (CEA-2014), Diplomado en Psicología Jungiana (PUC-2014) y Diplomado en Cultura Árabe e Islámica por la Universidad de Chile (CEA-2014). 

Mail de contacto: alfredericksen@gmail.com

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