
ENCRUCIJADA: EL TAJO, SAFO Y EL SAPO MÁS AMADO
EN EL CAMPO de lo posible existen misterios sin solución y preguntas que jamás tendrán respuesta, así que naveguemos en suposiciones. Amar es un sentimiento indefinible, la humanidad ha intentado descifrarlo, sin lograr mucho al respecto. Hilemos cabos ¿qué es aquello que nos hace amar al ser amado?
Stanley Hook probablemente estaría de acuerdo con Arreola y vería que el sapo es “todo corazón”, frío y palpitante: un enorme corazón verde, listo para amar y ser amado; relleno de humedad, pero corazón al fin. Mas el sapo no es bello como Helena, ni posee un andar amable como Anactoria ¿Por qué entonces lo ama tanto Stanley Hook?
Para Caeiro es más bello el río de su pueblo que el Tajo, aunque sea más bello el Tajo que el río de su pueblo. Safo prefiere admirar a Anactoria que contemplar la audacia de las armas y Stanley Hook ama al sapo, no a cualquiera, a su “caballito cantor de la humedad”, a su “pedazo esmeralda” ¿Amamos lo bello o es bello porque lo amamos?
Seguramente, si el poeta se asomara al Tajo únicamente vería un fluir de agua constante, llevada por los peces y por los rostros de aquellos que sí se verían reflejados en esas aguas. Sin embargo, si mirara, si escuchara la fuerza con la cual golpea las piedras el río de su pueblo, vería un reflejo tan nítido, que sería más real que él mismo.
La memoria nos conforma el reflejo de nosotros mismos en el otro, probablemente sea eso que amamos, eso que llamamos bello. Es bello porque lo amamos, pero, a veces, es realmente bello. Tal vez amamos la belleza y por eso la buscamos entre los escombros del tiempo. Pero ¿Qué es la belleza? ¿Qué es el amor? El ser humano está condenado a preguntarse ciertas cosas mientras dure la eternidad, pero esto es necesario, sino no habría poesía que hablara del Tajo, de Anactoria y del sapo más amado.
Por Leonor Torio Hernández
Fotografía de Itzel Cabrera

